En vistas del comienzo de un nuevo año, me propuse escribir unas líneas y hacerlas públicas a modo de reflexión de estos últimos dos años de actividades sonoras.
Los que me siguen o son asiduos a mis presentaciones, pero más específicamente aquellos que no han tenido la oportunidad de conocer en profundidad mis actividades del pasado, seguramente encontrarán cierta controversia en presentar multiplicidad de estéticas a lo largo de estos dos años. Por supuesto que no es casual, y a ello me referiré brevemente en esta reseña.
He tenido la oportunidad de trabajar con músicos de talla internacional desde muy joven los últimos 30 años: argentinos, rusos, israelíes, norteamericanos, franceses, alemanes, muchos idiomas en el medio, y, lo más importante, diversas líneas de pensamiento en, y con todos ellos. Por razones que no son del todo claras al menos para mí, me he sumergido nuevamente en el repertorio pianístico tradicional. Esto ha significado retornar a viejos afectos musicales, pero con un enfoque renovado si se me permite la disgresión. A veces es necesario remarcar el tránsito que uno ha tenido a través de los años o décadas, más que nada para hacer visible una idea o una conducta, o una contundencia conceptual. Pero yo me he sumergido en unas cuantas ideas o conceptos, quizás demasiadas ideas y demasiados conceptos. Continué una línea de pensamiento que es la única que afirmo singular y puedo corroborar de manera causal y cabal en el desarrollo de mi pensamiento musical: ser fiel a mí mismo. Por eso, he interpretado desde piezas de Morton Feldman y Henri Dutilleux, a sonatas y bagatelas de L.V. Beethoven, compuse obras seriales, postminimalistas, conceptuales, escénicas. Y esto, que en los últimos dos años ha sido evidente, debe uno aclararlo, o mejor dicho, subrayarlo. Se me ha cuestionado en cierta medida mi bagaje experimental, y el porqué de mi reciente inmersión en el repertorio clásico. Yo nunca me he desprendido de éste, así como tampoco me he aferrado a él de manera definitiva. Y sin embargo hay que dar explicaciones que son fortuitas, que son en su mayor medida innecesarias, o abundantes de lugares comunes. No soy específicamente un músico de índole tradicional, tampoco me identifico con una corriente específica avant-garde. La exclusividad a la que pertenezco se traduce en una fidelidad a las visiones que van apareciendo, esos compromisos a veces efímeros que luego se cristalizan en composiciones o interpretaciones. Y el esmero y esfuerzo que implica el desarrollo de éstos, a veces concluye y a veces no. O recapitulan, como sucedió este año. Entonces, y en vistas de descubrir que me espera el 2022, me congratulo en un sinfín de búsquedas genuinas y contradictorias, me propongo volver en el fututo a estos dos años que han pasado y que seguramente serán imborrables para muchos, especialmente por los tiempos pandémicos y sus consecuencias.
A seguir creando. Por mi parte, continúo. 22/12/2021.